Bebamos ya. ¿A qué aguardar la hora de las luces? Le queda un dedo al día. Baja las copas grandes pintadas,

 Alceo de Milete, Lesbos Isla


Bebamos ya. ¿A qué aguardar la hora

de las luces? Le queda un dedo al día.

Baja las copas grandes pintadas,

pues el hijo de Sémele y de Zeus

les dio a los hombres vino para olvido

de su tristeza. Vierte una medida

de agua por dos, completas hasta el borde,

de vino; y que una copa empuje la otra.




10.

No hay que abandonar el ánimo a los males.

Pues nada avanzaremos con apenarnos,

oh Bicquis, y no hay mejor remedio

que mandar a por vino y embriagarnos.




11.

Zeus manda lluvia, y una gran tormenta

Bajo el cielo, y hielan las corrientes.

Olvida la tormenta: échale leña

al fuego, corta, sin tasarlo, el vino

dulce como la miel, y luego acuéstate

con un cojín mullido en cada sien.




12.

Mójate el pecho con vino,

que anda el astro de regreso,

y el tiempo es de agobio, y todo

está, del calor, sediento,

y entre las hojas chirría,

con ardor, la cigarra,

y despide un canto fuerte

y agudo, bajo las alas,

cuando el verano ardoroso

crece el cardo; hoy, más que nunca,

está la mujer molesta,

y débil, el hombre: Sirio

abraza su cabeza

y seca sus rodillas.




13.

Vamos, haced que vengan con guirnaldas

de anís y nos las pongan en el cuello,

y que a todos el pecho nos rocíen

con una dulce esencia.



Ateneo 11,462 c:


Así pues, también yo, al ver vuestro banquete, repleto de todo lo que agrada al espíritu, diré con Jenófanes de Colofón:


Ahora están limpios el suelo y las manos de todos 

y las copas; guirnaldas trenzadas nos pone uno 

mientras otro aromático perfume en una bandeja presenta; 

la cratera se alza henchida de placer; 

un vino distinto está preparado y dice que no nos faltará jamás: 

delicioso, en las tinajas a flor huele; 

en el centro derrama el incienso su sagrado aroma; 

fresca por su parte está el agua, rica y pura; 

a un lado se hallan los panes rubios y la majestuosa mesa, 

de queso y pingüe miel cargada;

el altar, en el medio, se halla cubierto de flores por doquier, 

y el canto y la fiesta dominan esta casa. 


Necesario es que, en primer lugar, gozosos al dios canten un himno los varones 

con palabras propicias y limpios dichos, 

tras hacer la libación y rogar que podamos las acciones justas 

obrar (pues esto es lo más propio), 

no las ofensas; y se debe beber cuanto permita llegar 

a casa sin guía a un hombre que no sea muy anciano; 

de los varones hay que alabar a aquel que, tras beber, nobles pensamientos revela,

conforme a su memoria y empeño por la virtud;

no se han de narrar los combates de Titanes, Gigantes 

ni Centauros, ficciones de los antiguos, 

o las revueltas violentas, cosas en las que no hay ningún beneficio, 

sino que por los dioses se debe tener siempre el respeto oportuno.



....Jenófanes critica los valores tradicionales, aún más radical...



Ateneo 10,413

Esto lo tomó Eurípides de las elegías de Jenófanes de Colofón, el cual decía:


Mas si la victoria obtuviese uno por la rapidez de sus pies 

o compitiendo en el pentatlón donde se halla el santuario de Zeus, 

junto a las corrientes del Pisa, en Olimpia, o luchando 

o también el sufrido pugilato practicando 

o esa terrible prueba a la que llaman pancracio, 

a ojos de los ciudadanos se cubriría de gloria 

y un asiento de preferencia a la vista de todos en los certámenes obtendría

y grano del erario público 

a expensas de la ciudad, y un presente que sería su tesoro; 

también si alcanzase una victoria ecuestre todo eso ganaría

sin ser digno como yo: pues mejor que la fuerza 

de hombres y caballos es nuestra sabiduría.



Mas esto se valora muy a la ligera, si bien no es justo 

preferir la fuerza a la noble sabiduría. 

Pues ni si entre el pueblo se encuentra un buen púgil 

o uno que destaca en el pentatlón o la lucha 

o por la rapidez de sus pies, lo cual es lo más estimado 

entre cuantas hazañas de fuerza los varones realizan en el certamen,

no por ello mejoraría en su gobierno la ciudad: 

pequeño goce obtiene la ciudad de esto, 

si uno compitiendo vence junto a los ribazos del Pisa: 

eso no engorda los fondos de la ciudad.





Ateneo 12,526 , según Filarco, los colofonios, que al principio llevaban una forma de vida sobria, fueron a dar en el lujo al hacerse amigos y aliados de los lidios; a partir de entonces se presentaban en público llevando los cabellos engalanados con oro; también dice lo mismo Jenófanes:


Lujos inútiles aprendiendo de los lidios 

mientras sin la tiranía odiosa estuvieron 

iban a la reunión con mantos enteramente de púrpura, 

no menos de mil en conjunto, 

arrogantes, orgullosos de sus hermosos cabellos, 

bañados en exquisitos ungüentos aromáticos.







coincido con Escotado... drogas libres



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